lunes, 9 de mayo de 2011

Diarios de Viaje, 1946


Maravillosa noche sobre el Atlántico. Esta hora que va desde el sol ya oculto a la luna que apenas acaba de salir, del oeste todavía luminoso al este ya oscuro. Sí, he amado mucho el mar –esta inmensidad calma – estas estelas cubiertas – estas sendas liquidas. Por primera vez un horizonte a la medida de una respiración de hombre, un espacio tan grande como su audacia. Siempre me he sentido escindido entre mi apetito de seres, la vanidad de la agitación y el deseo de igualarme a estos mares de olvido, a estos silencios desmesurados que son como el hechizo de la muerte. Me gustan las vanidades mundanas, mis semejantes, los rostros, pero junto a la vida mundana tengo una regla propia que es el mar y todo lo que en este mundo se le parece. Oh dulzura de las noches cuando todas las estrellas oscilan y deslizan por encima de los mástiles, y este silencio dentro de mí, este silencio al fin que me libera de todo.

Albert Camus 

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