martes, 26 de junio de 2012

Cuando sientas tu herida sangrar
cuando sientas tu voz sollozar
cuenta conmigo
(de una canción de CARLOS PUEBLA)

Hagamos un trato

Compañera
usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo
si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo
pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo. (Mario Benedetti).

Quien mejor lo recita es él mismo. Pincha

sábado, 16 de junio de 2012

Fernando Alberca, Todos los niños pueden ser Einstein

"Albert Einstein no aprendió a leer hasta los siete años ni a hablar con fluidez hasta los nueve. Su maestra lo calificó como ´mortalmente lerdo`. Le costó sangre, sudor y lágrimas acceder a la Escuela Politécnica... Después de conseguirlo y finalizar su carrera, su tesis doctoral no causó la menor impresión al tribunal que la juzgó, de hecho la consideraron ´bastante mediocre`. A pesar de ello, Einstein acabó convirtiéndose en uno de los científicos más geniales del mundo, y como él, muchos genios en los más diversos ámbitos fueron también malos estudiantes: Thomas Alva Edison, Graham Bell, Federico García Lorca, Churchill, Picasso, Mendel, Stanley Kubrick, Steve Jobs..., a quienes sigue una lista francamente larga.
Con Todos los niños pueden ser Einstein, cualquier padre puede encontrar, de una forma eminentemente práctica, las claves que llevan a nuestros hijos al triunfo de su capacidad (...) Si su hijo ha de pensar adecuadamente, necesita que le enseñen a pensar. Si ha de resolver problemas, necesita adquirir la habilidad de resolverlos. Si ha de utilizar su cerebro de modo creativo, necesita practicar la creatividad intelectual. Y para todo ello precisa la suficiente motivación y confianza en sí mismo". (Tomado de Todos los niños pueden ser Einstein.Ed. Toromítico. 2011).

viernes, 15 de junio de 2012

PRIMER PREMIO POESÍA

Este es el poema ganador  del  Concurso Literario Francisco Ayala. Su autora es Victoria Torres, alumna de 1º ESO.


 LA LUNA SOLITARIA 



La luna, alta, esbelta,
desde la oscura noche
  nos muestra su silueta.

La luna, timida, sigilosa,
 con sus ciegos ojos
admira la ciudad, silenciosa.

                                           La luna, su rostro lleno de heridas,
                                           causadas por las guerras, que sola,
                                           ha sufrido toda su vida.

                                           La luna, durante todos estos años
                                           nos ha rodeado
                                           con la esperanza de que algún día...
                                           pudiera entrar en La Tierra,
                                           y así, con nosotros,
                                           estar en compañía.

lunes, 11 de junio de 2012

Primer premio del Concurso de Microrrelato Francisco Ayala

Caminaba sin pausa, a paso ligero y sin volver la vista atrás, sorteando los charcos que se habían formado por la lluvia la noche anterior. Seguía oyendo las pisadas detrás de ella, primero un pie y luego otro, movidos con sigilo, pero aun así hacían ruido. Recorrían cada paso que daba sin cesar.
Rebuscó en su bolso y encontró lo que buscaba, un pequeño espejo con una luna dibujada en la tapa. Lo abrió y miró el camino que tenía detrás. Las pisadas se habían desvanecido y con ellas su dueño. Estaba ella sola.con los árboles que la rodeaban. Siguió andando. De repente un ruido de ramas a su lado le hizo sobresaltarse, miró hacia el foco del ruido. Apareció una anciana.
-Perdona, te has dejado la cartera en el bar - dijo la anciana dándoselo.
-Oh, gracias, lo había olvidado. ¿Por qué ha ido entre los árboles?
-Tomaba un atajo.