"Albert Einstein no aprendió a leer hasta los siete años ni a hablar con fluidez hasta los nueve. Su maestra lo calificó como ´mortalmente lerdo`. Le costó sangre, sudor y lágrimas acceder a la Escuela Politécnica... Después de conseguirlo y finalizar su carrera, su tesis doctoral no causó la menor impresión al tribunal que la juzgó, de hecho la consideraron ´bastante mediocre`. A pesar de ello, Einstein acabó convirtiéndose en uno de los científicos más geniales del mundo, y como él, muchos genios en los más diversos ámbitos fueron también malos estudiantes: Thomas Alva Edison, Graham Bell, Federico García Lorca, Churchill, Picasso, Mendel, Stanley Kubrick, Steve Jobs..., a quienes sigue una lista francamente larga.
Con Todos los niños pueden ser Einstein, cualquier padre puede encontrar, de una forma eminentemente práctica, las claves que llevan a nuestros hijos al triunfo de su capacidad (...) Si su hijo ha de pensar adecuadamente, necesita que le enseñen a pensar. Si ha de resolver problemas, necesita adquirir la habilidad de resolverlos. Si ha de utilizar su cerebro de modo creativo, necesita practicar la creatividad intelectual. Y para todo ello precisa la suficiente motivación y confianza en sí mismo". (Tomado de Todos los niños pueden ser Einstein.Ed. Toromítico. 2011).
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