viernes, 28 de febrero de 2014

Amancio Prada canta a Federico García Lorca

Casida de las palomas oscuras

A Claudio Guillén
                             Niño en Sevilla

Por las ramas del laurel
van dos palomas oscuras.
La una era el sol,
la otra la luna.
"Vecinitas", les dije,
"¿dónde está mi sepultura?"
"En mi cola", dijo el sol.
"En mi garganta", dijo la luna.
Y yo que estaba caminando
con la tierra por la cintura
vi dos águilas de nieve
y una muchacha desnuda.
La una era la otra
y la muchacha era ninguna.
"Aguilitas", les dije,
"¿dónde está mi sepultura?"
"En mi cola", dijo el sol.
"En mi garganta", dijo la luna.
Por las ramas del laurel
vi dos palomas desnudas.
La una era la otra
y las dos eran ninguna.

Marzo en la Biblioteca

El mes de marzo viene cargado de MUJERES:

1- Exposición sobre MUJERES MATEMÁTICAS.



2- El  8 de marzo de celebra el Día Internacional de la Mujer y por eso hemos preparado una exposición sobre MUJERES.












3- El 21 de marzo es el Día Mundial de la Poesía y para celebrarlo nos hemos acercado a las MUJERES DEL 27 a través de una exposición.  

«La poesía es una de las expresiones más puras de la libertad de la lengua. Es un elemento constitutivo de la identidad de los pueblos; encarna la energía creativa de la cultura en su facultad de renovarse sin cesar.»
(Irina Bokova, Directora General de la UNESCO)



No puedes perdértelas.

Querido lector

Querido lector, seas quien seas y estés donde estés:
Manuel Altolaguirre, poeta del 27, muestra su lado más melancólico en estos versos que han llegado a mi mente esta mañana y yo te los escribo a ti, con el deseo de que te gusten.

TUS PALABRAS
Apoyada en mi hombro
eres mi ala derecha.
Como si desplegaras
tus suaves plumas negras,
tus palabras a un cielo
blanquísimo me elevan.

Exaltación. Silencio.
Sentado estoy a mi mesa,
sangrándome la espalda,
doliéndome tu ausencia.


¡Disfruta de su lectura!
Con cariño poético,

Lizzie Bennet

miércoles, 26 de febrero de 2014

Vivir a mi aire...


En homenaje al gran Maestro Paco de Lucía, que ha muerto esta madrugada en México.

Mi vida es esto.
Buscar a dios en los rayos de sol que calientan mi terraza.
En los trinos de los pájaros.
En el ladrido del perro que, a lo lejos, arruina la siesta de algún vecino.
En el jaleo de las palmas que acompañan a la guitarra que Paco de Lucía
toca mientras yo escribo,
Quién estuviera ahora en Cádiz, con este whisky frente al Atlántico.
Quién pudiera volver a amarte con aquella furia salada.
 

Mi vida es esto.
Tomar decisiones y buscar en el espejo
las manchas que han parido sobre mi piel.
Cada arruga es una cicatriz de guerra
que no quiero ocultar.
Mi cara es el espejo de mi alma,
y la llevo lavada, descubierta, desnuda para ti.

Volar, volar, volar
ay, volar yo sólo quiero volar,
yo sólo quiero vivir a mi aire.



Por artistadesconocida

martes, 25 de febrero de 2014

Hay que inventar respiraciones nuevas...

 

Hay que inventar respiraciones nuevas.
Respiraciones que no sólo consuman el aire,
sino que además lo enriquezcan
y hasta lo liberen
de ciertas combinaciones taciturnas.

Respiraciones que inhalen además
las ondas y los ritmos,
la fragancia secreta del tiempo
y su disolución entre la bruma.

Respiraciones que acompañen
a aquel que las respire.

Respiraciones hacia adentro del sueño,
del amor y la muerte.

Y para eso hay que inventar un nuevo aire,
unos pulmones más fervientes
y un pensamiento que pueda respirarse.

Y si aún faltara algo,
habría que inventar también
otra forma más concreta del hombre. 



ROBERTO JUARROZ

lunes, 24 de febrero de 2014

Rosalía de Castro



Buena página para acercarse a su vida y características de su obra.


 y un poema para este lunes



Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
De mí murmuran y exclaman:
                                                            —Ahí va la loca soñando
Con la eterna primavera de la vida y de los campos,
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.
—Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
Con la eterna primavera de la vida que se apaga
Y la perenne frescura de los campos y las almas,
Aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.
Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?









domingo, 16 de febrero de 2014

Algunos tipos de amor en la literatura


Amor trágico: Madame Bovary

de G. Flaubert


 "Emma, que le daba el brazo, se apoyaba un poco sobre su hombro, y miraba el disco del sol que irradiaba a lo lejos, en la bruma, su palidez deslumbrante; pero volvió la cabeza: Carlos estaba allí. Llevaba la gorra hundida hasta las cejas, y sus gruesos labios temblequeaban, lo cual añadía a su cara algo de estúpido; su espalda incluso, su espalda tranquila resultaba irritante a la vista, y Emma veía aparecer sobre la levita toda la simpleza del personaje. Mientras que ella lo contemplaba, gozando así en su irritación de una especie de voluptuosidad depravada, León se adelantó un paso. El frío que le palidecía parecía depositar sobre su cara una languidez más suave; el cuello de la camisa, un poco flojo, dejaba ver la piel; un pedazo de oreja asomaba entre un mechón de cabellos y sus grandes ojos azules, levantados hacia las nubes, le parecieron a Emma más límpidos y más bellos que esos lagos de las montañas en los que se refleja el cielo.
(...)
Tantas veces le había oído decir estas cosas, que no tenían ninguna novedad para él. Emma se parecía a las amantes; y el encanto de la novedad, cayendo poco a poco como un vestido, dejaba al desnudo la eterna monotonía de la pasión que tiene siempre las mismas formas y el mismo lenguaje. Aquel hombre con tanta práctica no distinguía la diferencia de los sentimientos bajo la igualdad de las expresiones. Porque labios libertinos o venales le habían murmurado frases semejantes, no creía sino débilmente en el candor de las mismas; había que rebajar, pensaba él, los discursos exagerados que ocultan afectos mediocres; como si la plenitud del alma no se desbordara a veces por las metáforas más vacías, puesto que nadie puede jamás dar la exacta medida de sus necesidades, ni de sus conceptos, ni de sus dolores, y la palabra humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas. 
"

Amor recíproco: 

El amor en los tiempos del cólera 

de G. García Márquez.


Terminaron por conocerse tanto, que antes de los treinta años de casados eran como un mismo ser dividido, y se sentían incómodos por la frecuencia con la que se adivinaban el pensamiento sin proponérselo, o por el accidente ridículo de que el uno se anticipara en público a lo que el otro iba a decir. Habían sorteado juntos las incomprensiones cotidianas, los odios instantáneos, las porquerías reciprocas y los fabulosos relámpagos de gloria de la complicidad conyugal. Fue la época en que se amaron mejor, sin prisa y sin excesos, y ambos fueron mas conscientes y agradecidos de sus victorias inverosímiles contra la adversidad. La vida había de depararles todavía otras pruebas mortales, por supuesto, pero ya no importaba: estaban en la otra orilla. "


Amor idealizado: 

La invención del amor

de J. Ovejero


"Y ahora subo las escaleras, salgo a la terraza y siento el aire seco de la 
madrugada que limpia mi cara del entresueño producido por el alcohol 
y la hora tardía. Un murciélago zigzaguea por encima de las cabezas 
de mis amigos, como si los inspeccionase inquieto desde lo alto, y 
vuelve a desaparecer en las sombras. Es de noche, en Madrid, en mi 
terraza, estamos bebidos, en ese momento que tanto me gusta en el 
que la gente discute sin mucho tino, en el que todos están más alegres 
o más tristes de lo que se permiten a diario, sin llegar a ser violentos ni 
a romper a llorar ni a cantar. La noche (más bien el amanecer, porque 
hay un filo rosado que bordea el cielo allí, al otro lado de Madrid, más 
allá de la estación de Atocha, de Vallecas, de los paralelepípedos 
alineados sobre lo que, desde aquí, parecen los confines de la ciudad) 
se ha vuelto lenta, como nuestras lenguas, como nuestros párpados, 
todos los movimientos ligeramente ralentizados; la mano de Fran 
atusando sus propios cabellos mientras dice: «No sé, tío, no sé», 
probablemente porque ya incluso se le ha olvidado de qué estaban 
hablando y sólo le queda esa pesadumbre que arrastra de un día al 
siguiente, y que se le escapa en cada broma o que a veces, cuando se 
pone melancólico, pretende que es pesar por el estado del mundo y no 
el luto por sí mismo, por las propias ilusiones difuntas, que lleva desde 
hace tanto tiempo." 


sábado, 15 de febrero de 2014

Mujeres

María Goyri: La primera universitaria

De origen vasco, María Goyri nace en Madrid el 29 de agosto de 1873. Su madre, Amalia Goyri, que fue su única maestra, educó a su hija al margen de los cánones de su tiempo con un plan de estudios y un horario fijo que incluía la educación física, algo insólito en aquella época. A los doce años la matriculó en la Escuela de Comercio de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer. Dos años antes de empezar la carrera, en 1890 se inició su relación con la Institución Libre de Enseñanza que se mantuvo hasta su prohibición.
María era partidaria de la coeducación y de la importancia  de la cultura física y del deporte para la mujer, y así lo defendió en el Congreso Pedagógico Hispano-Portugués-Americano celebrado en 1892 en el Ateneo de Madrid. También fueron avanzadas sus ideas sobre la necesidad de la incorporación de la mujer al trabajo remunerado como medio indispensable para su dignificación y transformación.
En  1891 comenzó como oyente en la Facultad de Filosofía y Letras junto con su gran amiga Carmen Gallardo y, en el curso siguiente comenzó los trámites ante la Dirección General de Instrucción Pública para cursar como alumna en régimen oficial. Se admitió su petición con la condición de que permaneciera en la antesala de profesores entre clases, entrara en el aula acompañada de un catedrático y se sentara en clase separada de sus compañeros de curso en una silla al lado del profesor. Terminó la carrera en 1896.

Con ocasión de una conferencia que dio Menéndez Pelayo en el Ateneo conoció a Ramón Menéndez Pidal, con el que se casó el 5 de mayo de 1900. Tuvieron tres hijos: Ramón, que falleció en la niñez, Jimena y Gonzalo.


María Goyri fue una abnegada investigadora y aunque su trabajo estuvo en gran medida al servicio de los intereses de su marido, también realizó numerosos estudios por su cuenta.

Entre 1916 y 1920 dio clases como profesora de Literatura en la Residencia de Señoritas. Participó en las tareas docentes del Instituto Escuela de segunda enseñanza, creado en 1918, junto a María de Maeztu, redactando los programas de enseñanza del español para niños de ocho a diez años, y siendo nombrada el 23 de octubre de 1933 vocal del Patronato de dicha Institución. Terminado el doctorado en 1909, colaboró como profesora hasta la Guerra Civil, en la Institución Libre de Enseñanza.

El alzamiento militar del 36 le sorprende en Segovia. Al acabar la guerra, el Instituto Escuela y todos los centros docentes relacionados con la Junta para Ampliación de Estudios fueron prohibidos. María Goyri, apartada de la docencia, se dedicó hasta el final de su vida a investigar, recopilar y sistematizar las diferentes versiones de romances de la tradición oral para
el Archivo del Romancero.

viernes, 14 de febrero de 2014

Querido lector

Querido lector, seas quien seas y estés donde estés:
Pedro Salinas, poeta del 27, siempre tiene el verso acertado y hoy más que es 14 de febrero. 

¿Cómo me vas a explicar,
di, la dicha de esta tarde,
si no sabemos porqué
fue, ni cómo, ni de qué
ha sido,
si es pura dicha de nada?
En nuestros ojos visiones,
visiones y no miradas,
no percibían tamaños,
datos, colores, distancias.
De tan desprendidamente
como estaba yo y me estabas
mirando, más que mirando,
mis miradas te soñaban,
y me soñaban las tuyas.
Palabras sueltas, palabras,
deleite en incoherencias,
no eran ya signo de cosas,
eran voces puras, voces
de su servir olvidadas.
¡Cómo vagaron sin rumbo,
y sin torpeza las caricias!
Largos goces iniciados,
caricias no terminadas,
como si aun no se supiera
en qué lugar de los cuerpos
el acariciar se acaba,
y anduviéramos buscándolo,
en lento encanto, sin ansia.
Las manos, no era tocar
lo que hacían en nosotros,
era descubrir; los tactos
nuestros cuerpos inventaban,
allí en plena luz, tan claros
como en la plena tiniebla,
en donde sólo ellos pueden
ver los cuerpos,
con las ardorosas palmas.
Y de estas nadas se ha ido
fabricando, indestructible,
nuestra dicha, nuestro amor,
nuestra tarde.
Por eso no fue nada,
sé que esta noche reclinas
lo mismo que una mejilla
sobre este blancor de plumas
-almohada que ha sido alas-
tu ser, tu memoria, todo,
y que todo te descansa,
sobre una tarde de dos,
que no es nada, nada, nada.

¡Disfruta de su lectura!
Con cariño poético,

Lizzie Bennet

jueves, 13 de febrero de 2014

Ayer se cumplían 30 años de la muerte de Julio Cortazar


Instrucciones para llorar

Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.
FIN

miércoles, 12 de febrero de 2014

JULIO CORTÁZAR


"Andábamos sin buscarnos 

pero sabiendo que andábamos para encontrarnos"





En la Wikiquote se recogen frases de sus novelas y cuentos. 

Visita también su página oficial. Muy interesante

Hoy se cumplen 126 años del nacimiento de Clara Campoamor

Nacida en el seno de una familia modesta, Clara estudió la carrera de Derecho a la vez que trabajaba y se licenció en la Universidad de Madrid, en 1924.  A la vez que trabajaba como abogada, fue desdarrollando sus inquietudes políticas próximas a las ideas socialistas y fundó la Asociación Femenina Universitaria. En 1931, durante la Segunda República obtuvo un escaño de  diputada por Madrid.
No consiguió renovar su acta de diputada en las elecciones de 1933. Y abandonó España en 1938, ante la inminente victoria del alzamiento de los militares. El régimen de Franco no le permitió regresar al país, de manera que permaneció exiliada, primero en Argentina, y, desde 1955 hasta su muerte, en Suiza.
Clara Campoamor fue una gran valedora de la igualdad de derechos de la mujer, en cuya defensa publicó numerosos escritos como El derecho femenino en España de 1936, o La situación jurídica de la mujer española de 1938.

lunes, 10 de febrero de 2014

AGUA CLARA...



Agua clara del estanque.
Era un espejo del chopo
y alfombra verde del cielo
con reflejos de los árboles.
¡Oh si yo hubiera podido
entrar con los pies descalzos
y ser el viento en el agua
y hacer agitar el chopo!

JOSEFINA DE LA TORRE



sábado, 8 de febrero de 2014

Querido lector

Querido lector, seas quien seas y estés donde estés:
Carmen Conde se ha instalado en mí esta semana...Hoy me regala esta poesía, escrita en prosa, que me ronda desde el miércoles... a ver qué te parece a ti.

Te quiero porque tiembla mi cintura entre tus brazos. Me gustan tu olor áspero, tu viento salvaje, tu carne estremecida de inesperadas corrientes; la serenidad exterior de tu traza y el arrebatado apasionamiento que escondes.
He sido tuya como sólo se es del que nos da hijo. Me has ordenado las prisas, corregido los impulsos; tu solemnidad me hizo soñar siendo señora de mí misma.
Nada me importan tus transeúntes, ni siquiera tus muertos entroncados con la Historia...
Para pertenecerte así había que venir desde el fragor de los otros y del mío; enterarme de la formidable virilidad de tu hechura.
Como la semilla calma la fecunda avidez, así tus columnas, tus pórticos, tus torres, todas tus piedras calientes realizaron su milagro:
Contenerme.

¡Disfruta de su lectura!
Con cariño poético,

Lizzie Bennet

martes, 4 de febrero de 2014

El poeta de las paredes felices

'IN MEMORIAM'

Félix Grande caminaba tocando los libros de su biblioteca infinita como quien rasguea la vida

 

Felicidad y rabia había en Félix Grande. En Madrid vivió siempre en la misma casa, con Paca Aguirre, con Guadalupe. Allí había siempre agua y vino; fue la casa de los transeúntes a los que la vida convirtió en exiliados (Onetti, Di Benedetto, Moyano, tantos…) y el buzón de correos de un número infinito de latinoamericanos que hicieron de esta geografía grande su sitio espiritual, un continente de afecto.

La última vez que lo vi, cuando acababa el año pasado, me paseó por esa casa, me enseñó papeles y me los dejó, para que yo escribiera acerca de Blanco Spirituals, aquel diario de 1966, cuando Vietnam era un horno moral de la humanidad y cuando, todavía, Cuba era una posibilidad resplandeciente. Ese libro estaba también lleno de vino, de humo, de rosas rojas, de amor y de estupor; era, a la vez, un homenaje a Louis Armstrong y a Cesare Pavese, o a César Vallejo, que esta en el esqueleto feraz de su poesía.

Tenía razones para hablar de desdenes insalvables con él como protagonista.
Aquella vez me habló también del flamenco, de sus libros sobre flamenco, que era su suma artis de la música que él eligió para estudiar en los tonos ajenos su propio ritmo. Y este ritmo era el de la melancolía agravada por la sensación, que era real, él la tocó, de que el mundo era un ente esquivo y a veces cabrón, que de pronto amanecía soleado o de pronto te daba una patada en el culo. Él pensaba, me lo dijo entonces, que la transición del universo tristón del franquismo a la esperanza de la democracia lo tuvo a él en el apeadero, pero después ese autobús, o esa guagua, se precipitó al vacío y a él lo dejó en la nada, preguntándose por qué ocurre el olvido, por qué él, que había hecho tantas cosas, ya no estaba en Cuadernos Hispanoamericanos, en el que había sido fundamental, por qué ya los medios y los fines se le habían obturado.

Exageraba, quizá, como exageran los poetas y en general todos los ciudadanos, pero es cierto que él tenía razones, las exhibía, para hablar de desdenes insalvables que lo tuvieron a él como protagonista. Al final de este tiempo, y de su tiempo, editores generosos volvieron a sus libros, los reeditaron y los publicaron bellamente, jóvenes regresaron a su poesía, hicieron recitales de sus versos, escribieron libros que lo tenían a él como objeto de estudio, y él observaba esa buena novedad con el regocijo de quien se reencuentra consigo mismo.

Al final, editores generosos volvieron a sus libros y jóvenes a su poesía.
Diciendo estas cosas, recordándolas o insinuándolas, me paseó por esa pared larguísima que era el aleph borgiano, su biblioteca infinita, contando de cada libro (Rulfo, Rosales, Cortázar, Onetti, Di Benetto, Moyano, Paz, Borges…) una historia personal que él vivió como si estuviera bebiendo una larga bebida estupenda. Esa pared, ordenada al milímetro, era la expresión de su historia, y en ese momento era el núcleo de su felicidad. Como si me dijera, ante estos libros ajenos, y también ante los suyos, ordenados hasta en los sitios más inverosímiles de la casa de Alenza, esta es mi vida y esto lo he hecho yo. Ese día en que lo vi por última vez era hacia la una, no era tiempo de vino ni de otra cosa que de palabras, así que bebimos agua y estuvimos repasando, sentados donde alguna vez, lo dijo, Cortázar hizo música con él, u Onetti se rió como solía, esa vida y también sus incertidumbres de entonces.

Él estaba preocupado por la salud de los próximos, no por la suya, de que esa le acechara creo que entonces no tenía ni idea; su pelo era el de siempre, blanco y ensortijado, y hablaba delicadamente hasta para decir lo menos grave de una conversación, como si le quedara de la poesía el gusto por decir la palabra justa. Luego me escribió, me llamó, esperaba que el final del verano nos encontrara más felices. En aquel instante, cuando me llevó hasta la puerta, a mi me parecía que su felicidad era esa pared por la que caminaba tocando los libros como quien rasguea la vida.

lunes, 3 de febrero de 2014

Poema del lunes


Poema de Félix Grande

Tal como están las cosas
tal como va la herida
puede venir el fin
desde cualquier lugar

Pero caeré diciendo
que era buena la vida
y que valía la pena
vivir y reventar


Puedo morir de insomnio
de angustia o de terror
o de cirrosis o de
soledad o de pena


Pero hasta el mismo fin
me durará el fervor
me moriré diciendo
que la vida era buena


Puedo quedar sin casa
sin gente sin visita
descalzo y sin mendrugo
ni nada en mi alacena


Sospecho que mi vida
será así y ya está escrita
Pero caeré diciendo
que la vida era buena


Puede matarme el asco
la vergüenza o el tedio
o la venal tortura
o una bomba homicida

Ni este mundo ni yo
tenemos ya remedio
pero caeré diciendo
que era buena la vida


Tal como están las cosas
mi corazón se llena
de puertas que se cierran
con cansancio o temor


Pero caeré diciendo
que la vida era buena:
La quiero para siempre
con muchísimo amor

La noria, 1984


FÉLIX GRANDE


En este vídeo realizado por Canal Sur:  su voz,  sus palabras y opiniones.