En la primavera de 1912, poco antes de la muerte de Leonor, Antonio Machado publicó Campos de Castilla. Por este libro de poemas recibió de la editorial Renacimiento 300 pesetas. En esta carta a Juan Ramón Jiménez, señala la inminencia de su publicación:
Señor
don Juan Ramón Jiménez.
Queridísimo
Juan Ramón:
Aunque con algún retraso
me llega su libro Poemas mágicos y dolientes que con toda el alma le
agradezco.
Vivo retirado en un rincón de Castilla donde me siento —con harta
satisfacción— olvidado de casi todo el mundo, y me encanta saber que me
recuerdan los pocos a quienes yo no olvidaré nunca.Hace dos años me casé y una larga enfermedad de mi mujer a
quien adoro, me tiene muy entristecido.
Su libro de V. es para mí un solaz y un
consuelo.Sus poemas son admirables y
por ellos veo que su lira se enriquece con nuevas cuerdas como un árbol con
ramas nuevas. Las Marinas me han entusiasmado. Ellas me recuerdan sensaciones de
mi infancia, cuando yo vivía en esos puertos atlánticos.Hoy que tanto se ha hecho rastrera y banal la musa
de la juventud, es V. de los pocos, poquísimos, que conservan pura y acorde la
lira de Apolo. Conservo sus libros, sus portentosos libros, y los leo y releo
con delectación quizá morbosa, pues harto sé que en ellos hay tanta belleza como
amargura.
En breve publicaré un
librito «Campos de Castilla» en el cual va un poemilla que dedico a V. y
titulado «Las tierras de Alvargonzález». Hace ya muchos meses que está en poder
de «Renacimiento» y no sé a qué aguardan para publicarlo.
Ruégole que me escriba algo de su
vida.
Quede con Dios y sepa cuánto le
admira y quiere
Antonio
Machado
¿Eres tú, Guadarrama, viejo amigo,
la sierra gris y blanca,
la sierra de mis tardes madrileñas
que yo veía en el azul pintada?
Por tus barrancos hondos
y por tus cumbres agrias,
mil Guadarramas y mil soles vienen,
cabalgando conmigo, a tus entrañas.
Camino de Balsaín, 1911
la sierra gris y blanca,
la sierra de mis tardes madrileñas
que yo veía en el azul pintada?
Por tus barrancos hondos
y por tus cumbres agrias,
mil Guadarramas y mil soles vienen,
cabalgando conmigo, a tus entrañas.
Camino de Balsaín, 1911
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