Se trata de una obra de Samuel Beckett (1961) perteneciente al denominado teatro del absurdo de la que podéis disfrutar estos días en la escena madrileña.
La protagonista, Winnie, magistralmente representada por Isabel Ordaz, que sostiene un monólogo de una hora y media aproximadamente con un dominio del oficio sobresaliente, se encuentra atrapada entre la desesperanza de su propia situación (aparece en escena enterrada en un montículo bajo una luz cegadora) y la voluntad de vivir pese a esa carga, encontrando siempre motivos, por pequeños que sean, para considerar sus "días felices". Beckett sumerge al personaje en una existencia dramática pero, a pesar de todo, colmada de optimismo.
No os la perdáis.
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