Ernestina de Champourcín
es otra de las grandes olvidadas,
pérdidas para el presente de la generación del 27. Mujer del poeta Juan José Domenchina, secretario de Manuel Azaña durante la guerra.
Ernestina nació en
Vitoria en1905, pero su infancia transcurrió
en Madrid, donde además de cursar sus estudios, se inició
en
la poesía.
Cuando acabó los primeros estudios en el colegio del Sagrado Corazón, su
padre la matriculó como alumna libre del Instituto Cardenal Cisneros.
Recibía clases particulares en su casa y logró obtener el título de
Bachillerato en dos años. Le hubiese gustado continuar con los estudios
universitarios, pero al ser mujer debía acudir a las clases acompañada
por una persona de más edad y esta condición le hizo desistir de la
idea.
Fue discípula de Juan Ramón
Jiménez y estuvo unida por estilo y
amistad a los poetas del 27.
Fue una precursora
nata, discípula de Concha Méndez, compañera de Juan Ramón Jiménez y de Zenobia, comprometida con la
República. El exilio y la posguerra dieron un un vuelco a su obra hacia el intimismo.
Creó El Liceo femenino junto con Concha Méndez, María de Maeztu y María Baeza, entre otras y fue
secretaria de la institución hasta que se cerró por la Guerra Civil. En este
liceo femenino organizaban actos culturales y tertulias con grandes
intelectuales y artistas.
Al que sería su esposo y compañero hasta su muerte en 1959,
lo conoció en 1930 en la tertulia del Café Regina, a la que eran asiduos
escritores como Valle-Inclán o Max Aub.
Por esa época, ya se había ganado el
reconocimiento de la crítica, con tres poemarios: En silencio (1926), Ahora (1928) y La voz en el viento (1931) y sus colaboraciones
literarias en El Heraldo y La Época.
Al terminar la guerra se exilian a Francia y más tarde a Méjico, donde Ernestina es recibida como poeta por periódicos y revistas. Durante sus primeros años allí escribió numerosos versos para revistas
como Romance y Rueca. Sin embargo, su actividad creativa se fue
reduciendo debido a las necesidades económicas que le llevaron a
privilegiar su trabajo de traductora para el Fondo de Cultura Económica y
de intérprete para la Asociación de Personal Técnico de Conferencias
Internacionales.
No volvió a publicar un poemario hasta 1952: Presencia a oscuras, que puede considerarse como fruto de esos años de exilio que le habían llevado a una crisis espiritual que, a través de su incorporacion al Opus Dei, se resolvió en una conversion religiosa y en la búsqueda de una nueva poética, de una peticion de la palabra a Dios.
No volvió a publicar un poemario hasta 1952: Presencia a oscuras, que puede considerarse como fruto de esos años de exilio que le habían llevado a una crisis espiritual que, a través de su incorporacion al Opus Dei, se resolvió en una conversion religiosa y en la búsqueda de una nueva poética, de una peticion de la palabra a Dios.
La dificultad que experimentó para volver a adaptarse a la vida
madrileña después de tantos años provocó en ella sentimientos que le
hicieron revivir el primer viaje a México y dieron lugar a Primer exilio
(1978). Los sentimientos de soledad y de vejez y una invasión de
recuerdos de los lugares en los que había estado y las personas con las
que había vivido fueron inundando cada uno de sus posteriores poemarios: La pared transparente (1984), Del vacío y sus dones (1993) y Presencia del pasado (1996).
Ernestina murió en Madrid retirada y olvidada por todos en Marzo de 1999.
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