domingo, 10 de noviembre de 2013

Las grandes olvidadas

"Detrás de todo gran hombre siempre hay una gran mujer"  Eso es lo que reza el dicho popular, pero ¿Y si fuese al revés? 

Estamos acostumbrados a hablar de los grandes poetas de la Generación del 27, pero ¿Y ellas?  ¿Las grandes escritoras del 27?  Mª Teresa León, Concha Méndez, Ernestina de Campourcín, Zenobia Camprubí, Josefina de la Torre, Rosa Chacel o Cristina de Arteaga.

El nombre de María Teresa León permanece unido al del poeta Rafael Alberti.

Fue su compañera y amiga durante más de cuarenta años. Pero María Teresa León no sólo fue la camarada fiel del poeta, ella es mucho más que un nombre unido indisolublemente al del gran poeta gaditano. Ella fue una gran escritora, novelista, ensayista, dramaturga y traductora. Escribió libros tan emotivos como su libro de memorias: Memoria de la melancolía. Cuando Alberti la conoció escribió esto de ella: "Surgió ante mi, rubia, hermosa, sólida y levantada, como la ola que una mar imprevista me arrojara de un golpe contra el pecho" .

Mª Teresa fue una mujer elegante  y discreta  y ocupó  un segundo plano para que fuera Rafael Alberti el que recibiera toda la luz de la gloria. Ella fue su ayudante incansable y su cómplice.

Hoy su figura ha sido sepultada en el desconocimiento general y es como si sólo hubiera sido la compañera del poeta y una defensora de la república,  pero no la escritora que publicó más de 20 libros.

María Teresa León  nace en Logroño, el 31 de octubre de 1903. Hija de Ángel León, militar, y de María Olivia Goyri de la Llera, una mujer poco convencional para la época. Sobrina de Ramón Menéndez Pidal y María Goyri, primera mujer en España que obtuvo el doctorado en Filosofía y letras.

Vivió en la infancia bajo el auspicio de una familia afín a las teorías educativas de la Institución Libre de Enseñanza, en un clima de cierta libertad que rompía los rígidos corsés ideológicos y doctrinales de la España de entonces. Se licenció en Filosofía y Letras, como su tía. Para entonces, María Teresa León ya iba afirmando una personalidad propia. 
María Teresa vivió en un hogar donde los libros eran abundantes y las visitas de intelectuales eran bastante frecuentes.
  Mujer de teatro auténtica (actriz, autora, directora de escena, ensayista), desarrolló una intensa actividad escénica durante los años de la guerra civil: fundadora de Nueva Escena, la sección teatral de la antifascista Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura; vicepresidenta del Consejo Central del Teatro; directora del Teatro de Arte y Propaganda, instalado en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, y directora de las Guerrillas del Teatro. La vocación escénica de María Teresa León, sin embargo, se vio frustrada por el exilio.
Su obra se  corresponde con la mujer que fue: dramaturga, guionista cinematográfica, escritora de textos narrativos, biografías y ensayos, directora de escena, estudiosa y teórica de la escena, crítica ocasional de teatro, organizadora y animadora de actividades políticas y teatrales, etc., en suma, una biografía apasionante, caracterizada por su dedicación al teatro, a la política y a las letras, y marcada, como tantas otras trayectorias, por la guerra civil, el exilio y el deseo de regresar.













“Nos aficionamos a gente que se debe morir y a cosas que se van a quedar. Yo no quedaré, pero cuando yo no recuerde, recordad vosotros (...) Recordad que mi mano derecha se abrió siempre. Recordad que no era fácil el diálogo ni la paciencia y que todo se venció hasta los límites y más allá. Cuando penséis en mis pecados, tenéis que sentir la misma piedad que yo por los vuestros. Cuando yo todo lo olvide y cante como mi abuela con la última luz de la memoria, perdonadme vosotros, los que os agarrásteis  a mi vestido con vuestras manitas tan pequeñas 
                                                                                       (Memoria de la melancolia. Pág. 303).

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