Hoy, en su muerte, quizá sea el momento de arreglar una pequeña deuda histórica: el cine llevó a través de Invictus a Nelson Mandela hasta muchos jóvenes. La gran película de Eastwood se permitió una licencia, decir que el presidente entrega al capitán del equipo de rugby el poema de Invictus antes de la final. Ese maravilloso poema es cierto que Nelson Mandela lo leía en prisión para soportar ausencias y adversidades, pero lo que Mandela entregó a Francois Pieenar es un texto que quizá hoy en su marcha sirva de ejemplo de su figura. Se titula 'El hombre en la arena' y forma parte de un discurso que Theodore Roosvelt hizo en la Sorbona de París en 1910. Dice así:
"No importan las críticas; ni aquellos que muestran las carencias de los hombres, o en qué ocasiones aquellos que hicieron algo podrían haberlo hecho mejor. El reconocimiento pertenece a los hombres que se encuentran en la arena, con los rostros manchados de polvo, sudor y sangre; aquellos que perseveran con valentía; aquellos que yerran, que dan un traspié tras otro, ya que no hay ninguna victoria sin tropiezo, esfuerzo sin error ni defecto. Aquellos que realmente se empeñan en lograr su cometido; quienes conocen el entusiasmo, la devoción; aquellos que se entregan a una noble causa; quienes en el mejor de los casos encuentran al final el triunfo inherente al logro grandioso; y que en el peor de los casos, si fracasan, al menos caerán con la frente bien en alto, de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas que, frías y tímidas, no conocen ni victoria ni fracaso".
http://www.elmundo.es/internacional/2013/12/05/52a0f34e61fd3d90708b4579.html
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