Zenobia Camprubí Aymar nació en Malgrat de Mar (Barcelona)
el 31 de agosto de 1887. Su padre, Raimundo Camprubí, Ingeniero de Caminos,
Canales y puertos, era miembro de una distinguida
familia de militares catalanes. Fue destinado por el Gobierno Español a
Puerto Rico para construir una importante carretera. Allí conoció a Isabel Aymar Lucca, hija de Augusto Aymar, rico
comerciante norteamericano y de Zenobia Lucca, miembro de una familia de
corsos instalados en Puerto Rico quw poseían caballos, cafetales e
incluso, esclavos. Tanto su madre como su abuela, aunque nacidas en Puerto Rico, habían sido educadas en los mejores colegíos de los
Estados Unidos, hablaban varias lenguas y eran mujeres cultas que habían
viajado mucho.
Zenobia fue educada por su madre, su abuela y tutores particulares.
Vivió con su abuela hasta los 8 años, en el Paseo de Gracia, en el piso
contiguo al de sus padres, y ella la inició en la lectura y en el
aprendizaje de las lenguas. Al morir su abuela en 1895,
su madre continúa con su educación. Al año siguiente hace su primer
viaje a los Estados Unidos. Su salud era delicada y por indicación
médica vivieron en Sarriá, donde pasa la época más feliz de su infancia.
En 1902, su padre fue destinado a
Valencia. Esta la época más triste y aburrida, en la infancia de
Zenobia. Sus hermanos estudian fuera y ella sale poco. Además, durante esta etapa, se
produce la separación de sus padres e Isabel Aymar decide trasladarse a Estados Unidos con su hija y en 1905 se establecen
en Newburgh (Nueva York) donde viven numerosos familiares y amigos de la
familia. Allí pasaron cinco años decisivos para la formación de Zenobia.
Allí se mueve en los círculos más distinguidos de Nueva York y
Washington, también conoce a un amigo de su hermano José, Henry
Shattuck, abogado, educado en Harvard y miembro de una importante
familia de Boston. Él se enamora de ella y la corteja, pero la
consideraba muy joven y prefirió esperar.
En 1908 Zenobia fue admitida como estudiante especial en la
Escuela de Pedagogía de la Universidad de Columbia, Nueva York. Por
aquel entonces, Zenobia ya tenía una amplia formación en literatura,
historia y música, dominaba el español, inglés y francés, y en esta
Universidad estudia literatura inglesa, pero no termina el curso, pues
se ve interrumpido por la boda de su hermano mayor, una operación de
apendicitis y la decisión de su madre de regresar a España.
A su regreso se dedica al estudio, más a fondo, de la artesanía
popular española, guiada por unos buenos amigos, los Byne, que vivían en
una pensión en la calle Villanueva. Allí, pared con pared, vivía Juan
Ramón Jiménez, que solía oír la joven risa de Zenobia, a través de los
tabiques. Los Byne los presentaron en una conferencia que impartió
Bartolomé Cossío en la Residencia de Estudiantes, sobre los lugares
colombinos, al comienzo del verano de 1913, Juan Ramón se enamoró perdidamente de ella.
Aunque en un principio, Zenobia se siente atraída por él,
influenciada por su madre, que pensaba que el poeta no era el hombre adecuado
para su hija, lo rechaza. Pero Juan Ramón no desiste y tanta fue su insistencia, que finalmente formalizan
su noviazgo en el verano de 1915. Lo más
destacado de esa etapa es la colaboración literaria de ambos, que los
lleva a traducir la obra de Rabindranath Tagore al español.
Zenobia se ocupaba de traducir literalmente y Juan Ramón le daba
forma poética. El primer libro que publicaron conjuntamente fue La Luna
Nueva , que apareció con las iniciales de Zenobia y con un poema de Juan
Ramón. El libro tuvo un enorme éxito, aunque a ella le disgustó mucho
que apareciera su nombre, pues dejaba ver su relación, algo que llevaban
en secreto, y porque creía que todo el mérito era del poeta. Este fue
el comienzo de una enorme tarea traductora y no sólo tradujeron gran
parte de la obra de Tagore, sino también de obras de otros autores, como
Shakespeare, Shelley, Poe, Pound etc.
A finales de 1915 Zenobia se marcha con su madre a Nueva
York. Ya tiene decidido casarse con el poeta, a pesar de la
oposición de la familia. Juan Ramón la sigue y se casan el 2 de marzo
en la iglesia católica de St. Stephen, ante unos familiares de ella.
Los años siguientes a su matrimonio son de enorme actividad para
ellos. Zenobia no sólo ayuda a Juan Ramón en su obra, sino que siguen
con la labor traductora y con otras actividades como la compraventa de
artesanía popular. Con ayuda de unas amigas abre una tienda
llamada "Arte Popular Español", alquila pisos para decorarlos y
realquilarlos de nuevo a norteamericanos que pasaban temporadas en
España. Fue una de las cuatro fundadoras de "Enfermeras a Domicilio",
colaboró en grupos como "El Ropero de Santa Rita, "La visita
Domiciliaria", " El Comité Femenino de Higiene Popular", fundadora del
"Comité para concesión de Becas a Mujeres españolas en el extranjero".
Fue también miembro de la "Asociación Nacional de Mujeres de Acción
Feminista, Política-Económica y Social " y realizó grandes labores de
beneficios para la mujer, colaborando con maría de Maeztu, en el Lyceum
Club, el primer club de mujeres fundado en España, donde Zenobia ocupó
el cargo e tesorera.
En agosto de 1936 el matrimonio comienza un periplo que los llevará por Cuba, EEUU, Buenos Aires y Puerto Rico, donde Zenobia trabajó como profesora en la Universidad de Río Piedras.
En 1951 tiene que regresar a Boston, donde es operada del cáncer, del que ya había sido tratada anteriormente. Recuperada de la operación se instalan en Puerto Rico, en 1954, puesto que Juan Ramón no soportaba la vida en EEUU. De este modo Zenobia, no sólo se ve obligada a dejar su actividad universitaria, sino también la posibilidad de recibir un tratamiento caso de que la enfermedad reapareciera, como así ocurrió. El 28 de octubre de 1956 Zenobia
muere en la Clínica Mimiya de Santurce (Puerto Rico) solo tres días después de enterarse de que le habían concedido el Premio
Nobel a su marido.
Dos meses después, en Estocolmo y en nombre del poeta –varado en Puerto Rico,
hundido ya sin remedio en la depresión– Jaime
Benítez, rector de la Universidad de Puerto Rico, agradecía el galardón en nombre del poeta, con un breve discurso
que incluía estas palabras: “Mi esposa Zenobia es la verdadera ganadora
de este premio. Su compañía, su ayuda, su inspiración hicieron, durante
cuarenta años, mi trabajo posible. Hoy, sin ella, estoy desolado e
indefenso.”
Otra generosa que le dio al espabilado del esposo lo mejor de sus talentos. Lo mismo ocurrió con María Lejárraga, que escribía para el tunante de Gregorio Martínez Sierra, su marido. Él consta como autor de la célebre pieza teatral Canción de cuna.
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