sábado, 10 de marzo de 2012


(Martín Santomé, viudo y a punto de jubilarse, dedicado por entero a un trabajo monótono y alienante, conoce a Laura Avellaneda, una compañera de oficina de 24 años y comienza una relación amorosa que será una tregua en su solitaria vida).

"(...) Lunes 16 de setiembre
Salimos de la oficina casi juntos, pero ella no quiso ir al apartamento. Está resfriad. Así que fuimos a la farmacia y le compré un jarabe expectorante. Después tomamos un taxi y la dejé a dos cuadras de su casa. No quiere correr el riesgo de que el padre se entere. Caminó unos pocos pasos, se dio vuelta y me hizo un alegre saludo con la mano. En el fondo, nada de eso es demasiado importante. Pero en el gesto había familiaridad, había sencillez. Y en ese instante me sentí cómodo, estuve seguro de que entre ella y yo existe una comunicación, desvalida quizá, pero tranquilamente cierta.
Martes 17 de setiembre
Avellaneda no vino a la oficina. 
Miércoles 18 de setiembre
Santini volvió a la confidencia. Es repugnante y a la vez divertido. Dice que la hermana ya no va a bailarle desnuda. Tiene novio.
Avellaneda tampoco vino hoy. Parece que la madre llamó por teléfono cuando yo no estaba, así que habló con Muñoz. Dice que la hija tiene gripe.
Jueves 19 de setiembre
Hoy sí empecé a extrañarla. En la sección estuvieron hablando de ella, y de pronto me resultó insoportable que no hubiese venido.
Viernes 20 de setiembre
Tampoco hoy vino Avellaneda. Esta tarde estuve en el apartamento y en cinco minutos se me aclaró todo. En cinco minutos desaparecieron todos los escrúpulos: voy a casarme. Más que todos los argumentos que yo mismo me había venido haciendo, más que todas las conversaciones con ella, más que todo eso lo que vale es esta ausencia. Qué acostumbrado estoy a ella, a su presencia.
Sábado 21 de setiembre
Se lo confesé a Blanca y la dejé feliz. Tengo que decírselo a Avellaneda, tengo que decírselo porque ahora sí encontré toda la fuerza, toda la convicción. Pero hoy tampoco vino.
Domingo 22 de setiembre
¿No podría enviarme un telegrama? Me ha prohibido que vaya a su casa, pero si mañana lunes no aparece, descubriré de todos modos algún pretexto para visitarla.
Lunes 23 de setiembre
Dios mío. Dios mío. Dios mío. Dios mío. Dios mío. Dios mío. Dios mío."(...)

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