jueves, 29 de noviembre de 2012

José Manuel Caballero Bonald ha obtenido el Premio Cervantes 2012

Expansión.com

José Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926) nació en el seno de una familia de padre cubano (hijo de criolla y de cántabro) y madre andaluza de procedencia francesa (descendiente del vizconde de Bonald, pensador católico y antirrevolucionario). Estudió Náutica en Cádiz, y Filosofía y Letras en Sevilla y en Madrid. Fue secretario y subdirector de Papeles de Son Armadans, revista dirigida desde Palma de Mallorca por Camilo José Cela, con quien colaboró algunos años. Más tarde ejerció como profesor universitario de literatura en Bogotá, y, de regreso a España, trabajó en diversos proyectos editoriales y en el Instituto de Lexicografía de la RAE.
Vinculado en sus orígenes literarios a grupos poéticos gaditanos y, más ampliamente, andaluces, su primer libro es Las adivinaciones (1952; accésit del premio Adonais), al que siguieron Memorias de poco tiempo (1954), Anteo (1956) y Las horas muertas (1959; premio Boscán y de la Crítica). Desde sus primeros títulos se aprecia en Caballero Bonald la aleación entre testimonialismo social, contiguo en ciertos rasgos temáticos al realismo dialéctico, y rememoración temporalista, que lo acerca a la poesía elegíaca de larga tradición, aunque sin dejarse absorber por la habitual melancolía retrospectiva y sin renunciar a la impronta crítica. Todo ello se canaliza en un lenguaje exigente, que nunca cede a las facilidades de la literatura como documento, propaganda o proclama, ni a una moral revolucionaria prescriptiva. Así, supo salir airoso de su aportación más evidente a la lírica comprometida (Pliegos de cordel, 1963), en un momento de decadencia de la poesía social, en que sus compañeros cercanos al socialrealismo se apartaban de dicha estética, en pos de caminos más personalizados.
Para entonces, ya había iniciado su carrera de novelista con Dos días de setiembre (1962; premio Biblioteca Breve), fecundamente continuada por Ágata ojo de gato (1974; premio Barral, al que renuncia, y de la Crítica), Toda la noche oyeron pasar pájaros (1981), En la casa del padre(1988) y Campo de Agramante (1992). Es también un excelente memorialista, tarea de la que ha dado testimonio en Tiempo de guerras perdidas (1995) y La costumbre de vivir (2001).
Su primera plenitud como poeta la consiguió en Descrédito del héroe (1977; Premio de la Crítica), al que siguieron las espléndidas estampas en prosa de Laberinto de Fortuna (1984). Tras largos años de silencio poético, el poeta volvió por sus fueros en Diario de Argónida (1997), que presentaba sucintamente la historia de un hombre a través del filtro de la memoria, bajo la cúpula del paraíso que para el poeta supone el Coto de Doñana. En la línea del anterior, Manual de infractores(2005) es un tratado sobre la insurgencia frente a la iniquidad y la injusticia, donde el autor pasa revista a los grandes temas de su universo lírico.
Además de varios volúmenes antológicos, hay tres recopilaciones de sus poesías completas:Vivir para contarlo (1969), Poesía, 1951-1977 (1979) y Somos el tiempo que nos queda (2003). Todo ello le ha hecho acreedor a diversos premios a la totalidad de su obra, entre los que destacan el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2004) y el Premio Nacional de las Letras Españolas (2005). La consideración conjunta de su lírica, bien sea con carácter totalizante en sus obras completas, bien con carácter selectivo en sus antologías, permite apreciar esta escritura como un edificio en construcción y revisión permanentes, lo que afecta tanto a la textualidad de los poemas como a su ubicación en los diferentes libros. Estos cambios son inherentes al sistema poético del autor, y denotan un perfeccionismo de estirpe juanramoniana, pero también el progresivo distanciamiento del poema respecto de las experiencias biográficas que están en su arranque. En las fases últimas de este proceso metamórfico, los poemas, tocados a menudo por un cierto aire visionario, sobrevuelan el detalle referencial y terminan convertidos en artefactos verbales con un funcionamiento autónomo, lo que hace difícilmente reconocible la realidad de la que provienen. Nadie ha expresado esta idea mejor que él mismo en su libro memorialístico La costumbre de vivir, cuando, a propósito de Gil de Biedma, se muestra contrario a la excesiva explicitud de los poemas, que obstruye la posibilidad de otros significados, y desdeñoso de una poesía que se agota en sus mecanismos sintácticos y léxicos; y concluye: «Siempre acaba defraudándome esa poesía inscrita sin mayores riesgos en su esfera semántica, nunca ramificada conforme lo van sugiriendo sus significantes insólitos, limitándose así a un seco y cerrado conducto descriptivo».
Con la evolución de su obra y la consolidación de su universo temático, algunos motivos se mantienen, como la crítica a la opresión social, en tanto que otros, como la rememoración del tiempo pasado -frecuentemente el de la infancia-, intensifican las marcas que hicieron imposible la plenitud, o se dejan ganar por una desilusión barroca fruto del contraste entre los ambiciosos proyectos y los decepcionantes resultados. Concebida como un ejercicio crítico a partir de la memoria, su poesía recoge el recuelo desengañado de la existencia: materia deleznable al fin, cuyo destino más elevado es ser rescatada por la evocación y fosilizada por la escritura.
Ángel L. Prieto de Paula


En mi aposento, asaltado a veces
por el hosco lebrel
de la esperanza, palpando
entre mis manos su vaho turbador,
juzgo ahora
mi propia aspiración a la alegría.

¿Podrá existir (digo en la noche)
una palabra, la única
sobreviviente, donde pueda
almacenar mis sueños, defenderlos
de toda vanidad, irlos
purificando en mi interior
tiranía callada, reagruparlos
en una misma fuente igualatoria?

Pero estoy solo frente
al llamamiento del mundo: amo
su fundación, vigilo
sus mudanzas, trabajo cada día
en las contestaciones
de mi propia experiencia, junto
mi vida en  un papel.
Y las palabras,
al borde de ser dichas, próximas
ya a mi sueño, pretenden
suplantarme: soy el azar
que se traduce en vano. (Nadie
puede ser el espejo de sí mismo.)

Feliz aquel que nunca 
puso nombre a su vida.
(José Manuel Caballero Bonald).

miércoles, 28 de noviembre de 2012

¡Felicidades, Victor Vaquero!

Y por segundo año, Victor Vaquero 

 nos has dado buenas noticias: 

Finalista en el Concurso de Microrrelatos

 organizado por la Mancomunidad de Servicios Sociales THAM con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.

Este es su microrrrelato

           "Necesito contarte una cosa, lamento que tenga que ser por carta, pero, ayer, discutiendo con Marta, llegué al punto de ira en el que me imaginé pegándole un bofetón en la cara, y como consecuencia   cayera al suelo, con la mala suerte de golpearse en la cabeza. La imaginación fue tan clara y nítida que lo único que salió de mí fue darle un abrazo. Al explicarle el motivo de mi reacción, le cambió la cara.

            Esta noche no he podido pegar ojo, y he llegado a una conclusión, me voy a apuntar a una terapia. Te quiero mucho, mamá."

domingo, 25 de noviembre de 2012

Ellas también viven

 Nosotras también soñamos, amamos y sufrimos. Somos partícipes de múltiples e interesantes vivencias con las que disfrutamos, aprendemos, reímos o lloramos, con las que crecemos física y emocionalmente, y que nos gusta compartir. Calificadas injustamente como el sexo débil y relegadas en muchos casos al silencio y al olvido, las mujeres gozamos de buenas razones para alzar nuestra voz y expresar sin miedo lo que pensamos, lo que sentimos, lo que opinamos y lo que vivimos.
Ellas también viven, relatos de mujer de Pilar Muñoz Álamo,  no es sólo una recopilación de relatos, es un paseo repleto de sentimientos y emociones que te llevará, de la mano de sus protagonistas, a sumergirte en un mundo de vivencias y experiencias que te cautivarán, y cuyo final, sin duda alguna, no te dejará indiferente.

Escribir o sentir

El tic-tac de un viejo reloj de pared resuena a los lejos, irrumpiendo en el silencio de la noche con un ritmo acompasado, hipnótico. La algarabía diurna hace rato que menguó su intensidad apagándose lentamente como una antigua lámpara de gas agotada por el uso, dando paso al crujido de los muebles que se estiran al dormir. La oscuridad cubre el mundo que subsiste al otro lado del cristal de mi ventana, apenas cortada por los ocres reflejos irisados que un par de farolas a duras penas irradian. Me asomo para ver el rostro de mis hijos con pulcra lentitud de movimiento, los de la bailarina de una caja de música de cuerda gastada, y compruebo que duermen, con las facciones distendidas, relajadas, con la respiración profunda, apenas adivinada por la elevación sutil de sus pequeños torsos, adentrándose en el mundo de los sueños. Apago las escasas luces que aún permanecen encendidas caminando por el piso sin apenas rozarlo, flotando ayudada por las musas que no tardan en aparecer. 

   Subo al desván y el aroma a madera centenaria me da la bienvenida. Cierro la puerta a mi espalda y sonrío feliz al sentir cómo me envuelve la mágica atmósfera literaria que habita entre sus cuatro paredes, que se transforman paulatinamente hasta llegar a conformar cada nuevo escenario, y cómo se tornan los colores que acompañarán a mi próxima historia: grises, para la tragedia;  rojos, para la pasión y para el amor; verdes, para la esperanza; azules, para la aventura infantil que desearía vivir hoy. 

   Me acomodo en mi vieja mecedora de anea y me dejo llevar por su vaivén hasta escuchar la voz de la protagonista a la que hoy me tocará encarnar, hasta poder sentir sus pálpitos en mi cuerpo, sus emociones en mi mente, sus sentimientos en mi corazón que late más aprisa a cada segundo que pasa. Cierro los ojos. Quiero vivir su historia, necesito vivir su historia para poder contarla. Y me voy sumergiendo en ella como en el fondo de un océano profundo, sin oxígeno, a cuerpo descubierto para sentir lo que ella siente, sin barreras ni cortapisas. Mi respiración se acelera, se detiene. Mis manos tiemblan y laten mis sienes. El sofoco me invade y da paso al frío que me provoca el miedo. Me oprime la angustia, y la razón, la fuerza y la valentía que terminan fluyendo acaban por liberarme. Mis músculos se contraen cuando la rabia los atenaza, y vuelven a relajarse cuando el calor de una mano amiga se brinda a ayudarme, a superar el trance que ante mis ojos se presenta hoy. Pasan las horas como un cúmulo de minutos de ritmo diferente, porque el tiempo en nuestras vidas no sigue el marcaje escrupuloso del reloj; circulan despacio en los malos momentos y a velocidad de vértigo si la felicidad  se ha decidido a acompañarlos. 

   Todo acaba. El entorno que me acoge vuelve a la esencia neutra que muestra si yo no estoy, las musas vuelan dejando la estela de su paso enredada en mi cabeza, los poros de mi piel se han impregnado al máximo de ese otro yo que acaba de usurpar mi ser. Es hora de abrir los ojos. Dejo entonces que manen las palabras como una fuente inagotable y multicolor, con el único fin de plasmar en un papel lo que podría perfectamente ser la historia de mi propia vida, mi experiencia personal, la vivencia de la que acabo de apropiarme y que me enriquecerá el alma de una forma tan real como cualquier otra. 

   Ahora soy consciente. Ahora soy consciente de que no es la escritura lo que de la literatura me atrae. Es el hecho de brindarme la posibilidad de huir de mí, de conocer nuevos mundos, de transformarme y sentir lo que de otro modo no podría sentir jamás, de conocer los entresijos de la mente y del corazón ajenos. 

   Y poderlos contar.
 
 

viernes, 23 de noviembre de 2012

Alfonso X el Sabio



El 23 de noviembre de 1221 nacia Alfonso X, el Sabio.

Rey de Castilla y de León, Alfonse  era hijo primogénito de Fernando III, a quien sucedió en 1252. Ya como infante realizó importantes labores, como la conquista del Reino de Murcia (1241) o la paz con Jaime I de Aragón, que conllevó el matrimonio de Alfonso con su hija Violante.
Alfonso era hijo de Beatriz de Suabia, circunstancia que le hizo aspirar al trono de Alemania, pero la oposición del papa hizo fracasar finalmente el empeño.
Alfonso X llevó a cabo una gran labor cultural.   Dentro de esta magnífica empresa brilló con luz propia la astronomía, cuya obra más significativa fueron las Tablas astronómicas alfonsíes, elaboradas en 1272. La actividad historiográfica de Alfonso X y de sus colaboradores se concretó en obras como la Estoria de España y la Grande e general estoria, redactadas en lengua romance como prueba del importante apoyo del monarca al idioma castellano. En el campo de la poesía, Alfonso X nos ha transmitido un espléndido repertorio de Cantigas, siendo las más conocidas las de carácter religioso o de Santa María. El monarca castellano-leonés potenció notablemente los estudios musicales, y, en el terreno propiamente recreativo, destaca la obra que salió de los talleres alfonsinos con el nombre de Libros de axedrez, dados e tablas. Por lo que se refiere a la arquitectura, la obra más importante llevada a cabo durante su reinado fue la catedral de León, finalizada años después del fallecimiento de Alfonso X, el cual tuvo lugar, el 4 de abril de 1284, en Sevilla. 



miércoles, 14 de noviembre de 2012

O marinheiro

Oporto
"Cada hora ele construía em sonho esta falsa pátria, e ele nunca deixava de sonhar, de dia à sombra curta das grandes palmeiras, que se recortava, orlada de bicos, no châo  areento e quente; de noite, estendido na praia, de costas e nâo reparando nas estrelas". (Fernando Pessoa).

Bicos: ´picos`.
Châo: ´suelo`.
Quente: ´caliente`.

domingo, 11 de noviembre de 2012


 Es una tarde cenicienta y mustia, 

destartalada, como el alma mía; 
y es esta vieja angustia 
que habita mi usual hipocondría. 
    La causa de esta angustia no consigo 
ni vagamente comprender siquiera; 
pero recuerdo y, recordando, digo: 
—Sí, yo era niño, y tú, mi compañera.

            *
    Y no es verdad, dolor, yo te conozco, 

tú eres nostalgia de la vida buena 
y soledad de corazón sombrío, 
de barco sin naufragio y sin estrella. 
    Como perro olvidado que no tiene 
huella ni olfato y yerra 
por los caminos, sin camino, como 
el niño que en la noche de una fiesta 
    se pierde entre el gentío 
y el aire polvoriento y las candelas 
chispeantes, atónito, y asombra 
su corazón de música y de pena, 
    así voy yo, borracho melancólico, 
guitarrista lunático, poeta, 
y pobre hombre en sueños, 
siempre buscando a Dios entre la niebla.
(Antonio Machado, Soledades, galerías y otros poemas).

No me cuentes tu vida

El pasado 6 de octubre  Luis García Montero presentó en Granada (su tierra) su última novela:   
No me cuentes tu vida, una bonita historia sobre la incomunicación generacional, el primer amor y la inmigración.  Se trata de una novela plagada de sugerentes imágenes poéticas en las que el autor esboza un retrato psicológico de una familia unida por los lazos de sangre pero separada por el abismo generacional. A través de sus miedos y disputas, el lector será testigo de un drama cotidiano en el que la situación de crisis actual no pasa desapercibida para el autor. 
Publicada por Planeta, la novela es un lúcido ejercicio de memoria con el que García Montero entona un canto al amor y al compromiso, y con el que reivindica el pasado, pero “sin que se convierta en una trampa de melancolía que nos cierre los ojos al presente”. Aunque, ha insistido en que “olvidar el pasado es peligroso, porque nos deja sin raíces y sin memoria”.
Se trata de una novela donde se defiende la necesidad de que la política conecte con la realidad de cada país y luche por los intereses de los ciudadanos. “La política no se puede convertir en sinónimo de mentira, sectarismo y corrupción”, ha dicho García Montero, un poeta, convencido de que lleva dentro “el veneno de la narrativa” desde que en 2009 publicara Mañana no será lo que Dios quiera, una biografía novelada de la infancia del poeta Ángel González.

El huésped de Drácula (Bram Stoker)



(...)La tormenta había pasado y, quizá en simpatía con el silencio de la naturaleza, mi corazón pareció dejar de latir. Pero eso fue tan sólo momentáneo, pues repentinamente la luz de la luna se abrió paso por entre las nubes, mostrándome que me hallaba en un cementerio, y que el objeto cuadrado situado frente a mí era una enorme tumba de mármol, tan blanca como la nieve que lo cubría todo. Con la luz de la luna llegó un tremendo suspiro de la tormenta, que pareció reanudar su carrera con un largo y grave aullido, como el de muchos perros o lobos. Me sentía anonadado, y noté que el frío me calaba hondo hasta parecer aferrarme el corazón. Entonces mientras la oleada de luz lunar seguía cayendo sobre la tumba de mármol, la tormenta dio muestras de reiniciarse, como si quisiera volver atrás. Impulsado por alguna especie de fascinación, me aproximé a la sepultura para ver de quién era y por qué una construcción así se alzaba solitaria en semejante lugar. La rodeé y leí, sobre la puerta dórica, en alemán:
CONDESA DOLINGEN DE GRATZ
EN ESTIRIA
BUSCÓ Y HALLÓ LA MUERTE
EN 1801
En la parte alta del túmulo, y atravesando aparentemente el mármol, pues la estructura estaba formada por unos pocos bloques macizos, se veía una gran vigueta o estaca de hierro.
Me dirigí hacia la parte de atrás y leí, esculpida con grandes letras cirílicas:
Los muertos viajan de prisa
Había algo tan extraño y fuera de lo usual en todo aquello que me hizo sentir mal y casi desfallecí. Por primera vez empecé a desear haber seguido el consejo de Johann. Y en aquel momento me invadió un pensamiento que, en medio de aquellas misteriosas circunstancias, me produjo un terrible estremecimiento: ¡era la noche de Walpurgis!
La noche de Walpurgis en la que, según las creencias de millones de personas, el diablo andaba suelto; en la que se abrían las tumbas y los muertos salían a pasear; en la que todas las cosas maléficas de la tierra, el mar y el aire celebraban su reunión. Y estaba en el preciso lugar que el cochero había rehuido. Aquél era el pueblo abandonado hacía siglos. Allí era donde se encontraba la suicida; ¡y en ese lugar me encontraba yo ahora solo..., sin ayuda, temblando de frío en medio de una nevada y con una fuerte tormenta formándose a mi alrededor! Fue necesaria toda mi filosofía, toda la religión que me habían enseñado, todo mi coraje, para no derrumbarme en un paroxismo de terror.
Y entonces un verdadero tornado estalló a mi alrededor. El suelo se estremeció como si millares de caballos galopasen sobre él, y esta vez la tormenta llevaba en sus gélidas alas no nieve, sino un enorme granizo que cayó con tal violencia que parecía haber sido lanzado por lo míticos honderos baleáricos... Piedras de granizo que aplastaban hojas y ramas y que negaban la protección de los cipreses, como si en lugar de árboles hubieran sido espigas de cereal. Al primer momento corrí hasta el árbol más cercano, pero pronto me vi obligado a abandonarlo y buscar el único punto que parecía ofrecer refugio: la profunda puerta dórica de la tumba de mármol. (...)

jueves, 8 de noviembre de 2012

Bram Stoker

Hoy se cumplen 150 años del nacimiento de Bram Stoker. Un autor que ha quedado irremediablemente ligado a una sola obra: Drácula. De este modo, se ignoran sus otras diez novelas, entre las que se encuentran títulos tan logrados como La dama del sudario (1909) y toda su producción breve, entre la que destacan piezas como El entierro de las ratas de inclusión obligada en toda antología del género. La dama del sudario, su última gran novela, viene a repetir la fórmula de Drácula, construida en base a documentos apócrifos y qque narra la espeluznante experiencia de un joven que, para heredar una fabulosa fortuna, se verá obligado a establecerse en un tétrico castillo de los Balcanes. Tres años después, Bram Stoker muere pobre y olvidado, coincidiendo su fallecimiento con el hundimiento del "Titanic". 
  

jueves, 1 de noviembre de 2012

Libre, te quiero



La letra de esta canción fue escrita por 

Agustín García Calvo


Libre te quiero
como arroyo que brinca
de peña en peña,
pero no mía.

Grande te quiero
como monte preñado
de primavera,
pero no mía.

Buena te quiero
como pan que no sabe
su masa buena,
pero no mía.

Alta te quiero
como chopo que al cielo
se despereza,
se despereza,
pero no mía.

Blanca te quiero
como flor de azahares
sobre la tierra,
pero no mía.

Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.