domingo, 11 de noviembre de 2012


 Es una tarde cenicienta y mustia, 

destartalada, como el alma mía; 
y es esta vieja angustia 
que habita mi usual hipocondría. 
    La causa de esta angustia no consigo 
ni vagamente comprender siquiera; 
pero recuerdo y, recordando, digo: 
—Sí, yo era niño, y tú, mi compañera.

            *
    Y no es verdad, dolor, yo te conozco, 

tú eres nostalgia de la vida buena 
y soledad de corazón sombrío, 
de barco sin naufragio y sin estrella. 
    Como perro olvidado que no tiene 
huella ni olfato y yerra 
por los caminos, sin camino, como 
el niño que en la noche de una fiesta 
    se pierde entre el gentío 
y el aire polvoriento y las candelas 
chispeantes, atónito, y asombra 
su corazón de música y de pena, 
    así voy yo, borracho melancólico, 
guitarrista lunático, poeta, 
y pobre hombre en sueños, 
siempre buscando a Dios entre la niebla.
(Antonio Machado, Soledades, galerías y otros poemas).

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