sábado, 6 de octubre de 2012

OCTUBRE


Por Juan Ramón Jiménez


Estaba echado yo en la tierra, enfrente
el infinito campo de Castilla,
que el otoño envolvía en la amarilla
dulzura de su claro sol poniente.
Lento, el arado, paralelamente
abría el haza oscura, y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente.
Pensé en arrancarme el corazón y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
el ancho surco del terruño tierno,
a ver si con partirlo y con sembrarlo,
la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.
 
 
 

1 comentario:

  1. Lo mejor de Juan Ramón es la capacidad que tiene de convertir lo particular, la anécdota, en universal. ¿No es eso el arte?

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