domingo, 29 de diciembre de 2013

RETALES DE MARÍA ZAMBRANO

DE LA AURORA"Ya que sólo el corazón, o aquello que lo profetice o configure, puede llorar por lo que nunca ha visto, puede echar de menos lo que sabe que nunca verá, el nacimiento sin más de la vida aquí, ha debido de ser así un llanto, un clamor, piedras que gimen, indecible dolor hasta que se forma o nace algo sin nombre aún, pues que lenguaje no lo hay; llora y se retuerce como ciertas ortigas, que tan malas dicen que son, se retuercen cuando las queman sin razón. Curiosamente los que viven en los campos saben que allí donde nacen ortigas, las detestadas ortigas, es índice cierto, señal de la inmediatez de una habitación humana, y por poca memoria que un ser viviente tenga no es concebible que la ortiga no sienta, o sepa de algún modo que será quemada por un ser al que ella obstinadamente se apega, inocentemente ha de ser. Y ella, la ortiga, no pide nada, no come ni mínimamente como la hormiga, no bebe ni gota de agua, crece, eso sí, crece hacia arriba, no se arrastra; se convierte, si la dejan, en arbusto, siempre apegada a la ventana, a la rendija inclusive, donde habita la luz humana dispuesta siempre a quemarla".


DELIRIO Y DESTINO"Pero todo lo que se ama se hace enigmático, se vuelve incomprensible. Y basta con atender demasiado intensamente a algo para que se produzca una especie de mezcla, de confusión como si quisiéramos entrar en ello demasiado directamente, como si hasta las criaturas naturales se defendiesen de este interés humano… En la misma naturaleza, cuando se espera ver un paisaje y se lo mira, se convierte en algo como pintado, opaco; la atención excesiva rompe esa comunicación espontánea que se acrecienta en la simpatía y que es comprensión sin análisis. Y el paisaje entrevisto al despertar, y la persona ajena cuando todavía no sabemos lo que nos trae y hasta nosotros mismos, nuestra alma cuando la dejamos salir, todo cuando estamos desasidos cobra una luz de primavera, clara y se aligera y llega a rondar la transparencia".

  FILOSOFÍA Y POESÍA

"El poeta no se cuida de hacer el recuento de sus bienes y de sus males; el inventario de su fortuna. Porque el poeta no puede saber quién es, ni sabe siquiera lo que busca. El filósofo, al menos, sabe lo que busca y por ello se define –filo-sofo-. El poeta como no busca, sino que encuentra, no sabe cómo llamarse. Tendría que adoptar el nombre de lo que le posee, de lo que le toma allanando la morada de su alma; de lo que le arrebata. Pero no sería fácil, pues unas veces se siente arrebatado, endiosado; otras se siente en cambio apegado, enredado en sueños sin forma ni siquiera ímpetu, se siente vivir en la carne cuando la carne todavía es opaca y no se ha hecho transparente por la luz de la belleza. ¿Cómo llamarse el poeta? Perdido en la luz, errante en la belleza, pobre por exceso, loco por demasiada razón, pecador bajo la gracia".

DOS FRAGMENTOS SOBRE EL AMOR





I
"Una de las indigencias de nuestros días es la que al amor se refiere. No es que no exista, sino que su existencia no halla lugar, acogida en la propia mente y aun en la propia alma de quien es visitado por él. En el limitado espacio que en apariencia la mente de hoy abre a toda realidad, el amor tropieza con barreras infinitas. Y ha de justificarse y dar razones sin término, y ha de resignarse por fin a ser confundido con la multitud de los sentimientos, o de los instintos, si no quiere ese lugar oscuro de “la libido”, o ser tratado como una enfermedad secreta, de la que habría que liberarse. La libertad, todas las libertades no parecen haberle servido de nada, la libertad de conciencia menos que ninguna, pues a medida que el hombre ha creído que su ser consistía en la conciencia y nada más, el amor se ha ido encontrando sin espacio vital donde alentar, como pájaro asfixiado en el vacío de una libertad negativa".

II

"El amor trasciende siempre, es el agente de toda trascendencia. Abre el futuro; no el porvenir, que es el mañana que se presupone cierto, repetición con variaciones del hoy y réplica del ayer. El futuro, esa apertura sin límite, a otra vida que se nos aparece como la vida de verdad. El futuro que atrae también a la Historia.
Mas el amor nos lanza hacia el futuro obligándonos a trascender todo lo que otorga. Su promesa indescifrable descalifica todo logro, toda realización. El amor es el agente de destrucción más poderoso, porque al descubrir la inanidad de su objeto, deja libre un vacío, una nada aterradora al principio de ser percibida. Es el abismo en que se hunde no sólo lo amado, sino la propia vida, la realidad misma del que ama. Es el amor el que descubre el no-ser y aun la nada".

No hay comentarios:

Publicar un comentario